Friday, July 22, 2011
cuentos para chicos (junio y julio de 2011)
CUENTO DE LAS DOS VACAS QUE TENGO
Yo tengo dos vacas (la madre y la hija), una bicicleta amarilla, un peine, un moño violeta, y un encendedor. Antes. yo tenía también un paraguas a lunares.
Una mañana de sol, la vaca pequeña se subió a mi bicicleta y paseó por los alrededores de la casa (mi casa era entonces un cuadrado blanco en medio de una alfombra de pasto verde fluorescente). La vaca pequeña se enganchó la punta de la cola con los rayos de la rueda trasera de la bicicleta y la mamá vaca entró a la casa cuadrada a buscar el peine, y le peinó la cola y le puso el moño violeta y grandote. La vaca pequeña pudo volver a andar en bicicleta, pero se le enredó el moño violeta (de tan grande que era) en los rayos de las dos ruedas de la bicicleta. Empezó a soplar viento. La vaca pequeña me vio sacar cosas de la casa (porque me estaba mudando a una casa redonda) y al descubrir el paraguas a lunares se puso loca de contenta y me lo pidió y se lo di para que se olvide de la bicicleta. Tal cual, la vaca pequeña jugó mucho con el paraguas y de casualidad apretó un ganchito y lo abrió y en ese momento el viento sopló muy fuerte y la vaca pequeña se fue volando por entre las nubes. Al rato la encontramos, panza para arriba, mascando una flor. Ayer, cuando terminamos de mudarnos a la casa redonda, la vaquita me pidió mi encendedor. Pero le dije que no. Esa vaquita es un peligro!
EL HIPOPÓTAMO QUE TOMA MATE
Anoche me desperté luego de soñar que había un hipopótamo en la ventana. Encendí la luz, y observé el jardín valiéndome de una poderosa linterna que mi tío Fermín usa para ir a pescar en las madrugadas de verano. No había nada raro. En el patio, recostada sobre una pared, estaba mi bicicleta. Volví a dormirme. Al rato, escuché ruidos. Encendí la luz y con la linterna encendida en la mano recorrí el pasillo y abrí la puerta que da al patio. La bicicleta estaba en otro lugar. Alguien la había usado. Entonces se me ocurrió revisar toda la casa. Abrí muebles, miré debajo de la alfombra de la sala de estar, controlé que en el baño no hubiera novedades y entré a la cocina. Y allí, acomodado sobre la mesa redonda, y tomando mate, estaba el hipopótamo, el mismo que yo había visto en el sueño. Era un hipopótamo muy simpático, que me saludó y me invitó un matecito y me dijo que había estado andando en mi bicicleta, y le dije “No hay problemas” y me preguntó si podía quedarse a vivir en mi casa y me le dije que sí. Tuvimos que pedirle permiso a mis papás y, aunque dieron algunas vueltas, finalmente aceptaron. Anotamos al hipopótamo en la misma escuela a la que yo voy; él va a primer grado y yo a tercero, asi que lo ayudo con las tareas (y sigo prestándole mi bici).
LA BICICLETA ALTA
En mi vida había visto una bicicleta así: altísima.
Yo iba por la calle San Martín, cerca de la plaza, cuando vi la bicicleta (altísima). La conducía un hombre delgado que saludaba a los chicos. Tenía dos bolsitas, una en cada mano. Yo no sé cómo hacía para no caerse sin poner las manos en el manubrio. Justamente estaba pensando en eso cuando escuché un ruido, y dije: zaz!, el hombre flaco se cayó. Pero no. Era un auto que había frenado de golpe, porque el aire estaba lleno de palomas. El flaco, desde lo alto de su bici, arrojaba miguitas de pan que tenía en las dos bolsitas y así atraía a las palomas de la plaza. Y había tantas pero tantas palomas que los autos no podían avanzar y tenían que frenar de golpe. Todas las palomas del pueblo
volaban alrededor de la bicicleta altísima. Después me enteré de que el hombre flaco trabajaba en el circo que acababa de llegar al pueblo. El circo estuvo aquí una semana y luego se fue. Vi pasar la caravana de casillas rodantes y el camión que llevaba, desarmada, la carpa del circo. Yo estaba en el recreo de la escuela cuando la gente del circo se fue. No hubo palomas volando aquella vez. Como llovía, las palomas estaban durmiendo en las copas de los árboles. Todas juntas, acurrucadas unas sobre otras. Ni se enteraron de que el circo se estaba yendo.
MI ABUELA VIO UN OVNI
Mi abuela, que es muy vital y divertida, suele pasear en bicicleta. Dice que es un ejercicio que le recomendó el médico. Una noche, tras ponerse los ruleros (porque al otro día era su cumpleaños y quería estar bien peinada), había salido a comprar pan y andaba con su bici en una zona oscura del pueblo, y vio un ovni, según dice. En la familia, muchos no le creen porque mi abuela inventa cosas para hacernos reír. Pero ella asegura que frenó su bicicleta al ver al ovni, que tenía potentes luces que giraban y giraban. Dice mi abuela que desde las ventanillas de la nave se podía ver a varios marcianos muy verdes, sonriendo y saludando. Dice que se quedó casi petrificada, colgando apenas de su bici, como una rama finita del tronco de un árbol, y que quedó suspendida en el aire, con un solo dedo en el manubrio, porque con los otros dedos de esa mano sostenía la bolsa con el pan y con los dedos de la otra mano agarraba la puntilla de su enagua y parte de su pollera de tela amarilla, florida y pesada. Dice mi abuela, además, que vio cómo los marcianos abrían sus boquitas, como si cantaran algo. No escuchó lo que cantaban, porque las ventanillas estaban herméticamente cerradas. Pero hasta el día de hoy mi abuela asegura que los marcianos le cantaban el feliz cumpleaños. Mi abuelo, que no cree nada de lo que dice mi abuela, le preguntó cómo hicieron los marcianos para saber que al día siguiente ella cumplía años. Y la abuela, muy convencida, le dijo que los marcianos saben todo.
MI PRIMO CÉSAR
La historia de mi familia es muy particular. Mis tatarabuelos tenían el pelo colorado. Mi bisabuelo cuidaba chanchos y algunos de estos puercos comían con él sentados a mesa. Una tía de mi bisabuela materna tuvo dos veces sextillizos. Mi abuelo hablaba con las gallinas. Tengo unos tíos que comen únicamente choclo asado, y una parienta lejana colecciona los envoltorios de los rollos de papel de cocina y almanaques viejos y muchas pero muchas porquerías.
Mi primo César cría caballos.
Yo sólo me entiendo con mi bicicleta, a la que le puse nombre y todo (mi bici se llama Cementina), y corremos carreras con César. César en un caballo y yo en mi bici. Siempre me gana él. Pero mucho no me importa, porque igual lo pasamos bien. Al volver a la casa tomamos nuestra merienda, y mientras él, simulando que se le cae algo debajo de la mesa se agacha y me desata los cordones, yo abro la mano y echo varias pizcas de sal en su taza de café con leche.-
(todos estos cuentos son de quique gonzález y fueron escritos en junio de 2011)
LA ESCALERA
Está lloviendo. Llueve muchísimo. Estoy subido a una escalera que va desde el techo de un edificio hasta el techo de otro edificio. Tengo puesto un sombrero y arriba del sombrero bailotea un nido de pájaros. Como necesito las manos para aferrarme a la escalera, puse el nido arriba del sombrero. Te cuento qué pasó con el nido. Lo encontré en la terraza del edificio donde vivo. Me di cuenta de que el nido se había caído del edificio de al lado (que es más alto) y entonces busqué la escalera (se la pedí al portero del edificio donde vivo). Y ahora voy subiendo con el nido en el sombrero para ver si puedo ubicarlo donde estaba: en el edificio más alto. Pero mientras voy subiendo, sobre el nido se posa un pato que pasaba volando y vio el nido y se acomodó allí, y arriba del pato hay ahora también un conejo que no sé de dónde salió (no creo que haya llegado volando) y arriba del conejo una tortuga pequeñita, y arriba de la tortuga pequeñita un huevo de cóndor.
Entonces quedamos en que arriba de mi sobrero hay un nido, sobre el cual hay un pato sobre el cual hay un conejo sobre el cual hay una tortuga pequeñita sobre la cual hay un huevo de cóndor.
Mientras te cuento esto sobre el huevo de cóndor puso su peso una silla de madera, sobre la cual hay una mariposa que tuvo que correrse a un costado porque llegó una taza de porcelana blanca. Así que mientras voy subiendo tengo todo eso en la cabeza. A la mariposa y la taza se suman un elefante, un búfalo y un pez volador. Y una guitarra. Y un ropero. Por suerte voy llegando a lo alto del edificio de al lado. Sigue lloviendo. No miro para abajo porque me dá vértigo. Me pesa todo lo que llevo en la cabeza. Arriba, sobre el marco de una ventana, nos esperan varias palomas. Deben ser las que construyeron el nido que se cayó y que voy subiendo con esfuerzo mientras llueve y llueve y llueve.-
Quique González (julio de 2011)
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ALESIO “EL INVISIBLE”
a Alesio Pino
Todas las noches la mamá de Alesio le lee un cuento antes de dormirse. Alesio dibuja muy bien. Yo lo conozco, pero a veces jugamos a que no lo veo. Alesio sabe que es de mentira: yo lo veo, pero hago como que no lo veo. Alesio es “invisible”. Entonces tose o ruge como un tigre para asustarme. Un día yo iba por la calle y un perro me asustó de verdad. Otro día me asustó una gallina. Otra vez un murciélago. Era de noche y pasó volando un murciélago sobre mi cabeza. Aunque el susto más grande de mi vida me lo llevé escuchando el rugido de tigre que hizo Alesio en el momento en que se hacía “invisible”. Estábamos en el barcito de la estación de servicio. Estaban Alesio y su papá en una mesa, y yo en otra mesa. Yo dibujaba, y del susto casi tiro la taza de café sobre mis papeles. Alesio empezó a rugir como un tigre salvaje del Asia y como yo no sabía que Alesio sabía rugir como un tigre salvaje del Asia, me puse a temblar, y casi se me cae la taza. Me aferré a mi lápiz mágico (uno que tengo y que no se lo presto a nadie) y me fui volando. Nadie me vio volar, porque yo también suelo hacerme “invisible”, como mi amigo Alesio cuya mamá le lee un cuento antes de dormirse, todas las noches.-
Quique González (julio de 2011).-
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Thursday, July 21, 2011
Vacaciones: Taller de Dibujo en "LA PLAPLA" (España 133 de Trelew)
Los miércoles 13 y 20 de julio tuve el placer de conducir un taller de dibujo para niños en "La Plapa" (España 133 de Trelew) dentro del ciclo de vacaciones de invierno que ofreció diferentes actividades para los pibes (comedia musical, cocina, video-animación, fotografía, etc.). Fantástico el lugar, fantástica la gente. Buena energía, buena onda! "La Plapla" es dirigida por Romina Castromán. Las imágenes fueron tomadas el 13/7/11 por Germán Castro (gracias!). ver más fotos en:
La Plapla - Espacio para el desarrollo creativo: Vacaciones: Taller de Dibujo